Formando cesantes
Con preocupación veo como cada año se titulan una
cantidad de profesionales docentes que no se condice con la demanda real de
profesionales que requiere ese sector laboral en Chile y particularmente en
nuestra región. Efectivamente, en los últimos cinco años se han creado más
carreras de pedagogía para una oferta laboral que no crece al mismo ritmo. Por
el contrario, se han cerrado establecimientos producto, entre otros factores,
del decrecimiento de la matrícula a raíz – por todos sabido - del bajo
crecimiento de la población. Por tanto,
matemáticamente hablando, existirá un grupo importante de esos titulados que
simplemente no encontrará trabajo.
Si
a ello le sumamos el costo de estudiar los cuatro o cinco años que dura una
carrera universitaria en uno de los países con la educación superior más cara
del mundo, resulta inmoral que el MINEDUC u otra autoridad permita esta
situación. Es más, es evidente que a las casas superiores que dictan estas
carreras la situación no les preocupa, ya que los costos de formar a un
profesor no es caro si se compara con los ingresos o “utilidades” que obtendrán
con los estudiantes que se matriculen en sus carreras de pedagogía. En fin, el
negocio es redondo.
Sin
embargo, aunque esto último no es delito, debería existir una instancia en que,
a través de evidencias irrefutables, los perjudicados con esta situación puedan
solicitar la restitución o compensación justa por el daño y perjuicio causado,
ya que el daño equivale, a quien lo vive, a ser estafado, por cuanto detenta un
título profesional que no le sirve, y por tanto tendría todo el derecho de
reclamar a quien le presto el servicio de formarlo como profesional.
Por
último, es necesario que la educación superior en Chile no se mueva como un
bien de libre mercado, ya que las consecuencias para quienes se ven
perjudicados con la situación anteriormente expuesta, es nefasta laboralmente,
emocionalmente y económicamente por largo tiempo. En ese sentido, no es lo
mismo comprar un televisor, bajo la lógica del libre mercado, sin presiones de
nadie y que este aparato me salga defectuoso. Lo cambio y listo. El daño es
reparado rápidamente, no así el daño provocado a un profesional formado para
quedar cesante.
Pablo Oporto. Profesor de Ens. Media en H.G. E. C.
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