miércoles, 30 de diciembre de 2009

El FIN DE UN PERIODO

Cuando un periodo termina, muchas cosas cambian, aunque tambien existen elementos de la sociedad, como los culturales, que tienen cierto continuismo y que en cierta forma podríamos ubicarlos en espacios temporales distintos de aquellos que se limitan a los desarrollos políticos, sociales, económicos de un periodo histórico.

En estos términos, es probable que estemos asistiendo al fin de un periodo, que si bien es político, logra trasuntar a otros aspectos de la vida social de nuestro país. Nos referimos al fin del periodo político dominado ejecutivamente - utilizando la terminológía relacionada a la división de los poderes del Estado - estos ultimos 20 años por la Concertación de Partidos por la Democracia, cuyo último gobierno, antes de entrar al bicentenario de la República, estubo a cargo de Michelle Bachelet, quien entrego el mando en Marzo del 2010.

Económicamente esta coalición de partidos se hizo cargo del sistema económico de libre mercado o neoliberal implantado en la década del ochenta por los economistas - los Chicago Boy - del régimen militar, los cuales pasarían, ya en democracía, a militar en los partidos que actualmente conforman la denominada centroderecha chilena. Este sistema, despues de sortear dos crisis económicas de origen externo ha seguido incuestionablemente vigente, aunque con la segunda crisis los especialistas menos conservadores creen necesario que el Estado vuelva a tener un rol mas participativo en la regulación del mercado finaciero y la protección de los derechos económicos de las personas. Por tanto, podríamos decir que coincidentemente, junto al fin de un periodo político, tambien se estaría poniendo fin a una etapa de este sistema que, hasta antes de la segunda crisis (subprime), era inmaculadamente respetado.

En otro aspecto, socialmente, el chileno tiende a alejarse de las izquierdas y las derechas, claramente definidas hasta - me atrevería a decir- el primer gobierno de la Concertación, con Patricio Aylwin, y existe una especie de sintesis de proyectos políticos que, individualmente, eran patrimonio de una u otra linea ideológica hace más de veinte años, pero que hoy atraviesan las propuestas de uno u otro sector político, de manera que cada uno de estos se siente con la propiedad de acogerlos y ofrecerlos, como en una feria en que nadie monopoliza la venta de las lechugas, por ejemplo. De hecho las propuestas presidencialistas de los ultimos candidatos han tendido a homogeneizarse frente al electorado, lo que ha generado que los antiguos grupos sociales ligados al progresismo de izquierda sean hoy parte de la imagen o el cuadro paisajistico de la centro derecha y que grupos empresariales, historicamente ligados a este último sector político terminen aplaudiendo la obra económica de un socialista como lo fue el ex presidente Ricardo Lagos. Es más, ya no es tan sintomático que la derecha tienda a izquierdizarse y la izquierda a derechizarse - la derecha con su nuevo discurso social y la izquierda amparando el modelo economíco impuesto por Pinochet, en una especie de travestismo político - con tal de dar en el gusto de uno u otro grupo del electorado. Por último, la homogeneización del discurso o los consensos que se advierten en este se han traducido en que ciertas figuras políticas se han alejado de los clásicos bloques y han establecido alianzas políticas, temporales o no, con sectores que aparentemente mostraban posiciones contradictorias con estos últimos. Este contexto - casualmente parecido al que se vivió durante la celebración del Centenario de la República - se asimila bastante al que asistieron como testigos nuestros abuelos durante el llamado periodo Parlamentario chileno, en que entre liberales y conservadores, las diferencias las establecía - permitanme ser gráfico - el lugar en el cual se sentaban uno u otro sector político en las camaras del congreso. Por tanto, el periodo de las izquerdas y las derechas definidas claramente a través del discurso, los grupos sociales vinculados a estas, el imaginario colectivo que heredaban, desde nuestro punto de vista, también estaria en un estado sepulcral.

Culturalmente, los cambios son mas antiguos y responden a los cambios económicos y los logros materiales - al costo que sea- alcanzados por la sociedad chilena. Sin que las rentas reales del individuo hayan crecido proporcionalmente a las utilidades que ha alcanzado el sector productivo y finaciero del país, el chileno siente que la ha ido bien y desde hace unos trece a quince años progresivamente se ha estado identificando con imagenes exitistas, mediatico-materialistas y hedonistas, que tienen como corolario el olvido de la memoria historica y con ella la desidentificación con las ideologías economico-sociales clásicas - no queremos adherir, por ello, al "Fin de la Historia" de Fukuyama, la cual merece nuestra crítica - lo que ha propiciado créditos a la centro derecha y su discurso del "cambio" y al pragmatismo político que muestra. El mismo pragmatismo que esta moviendo a grupos importantes de la sociedad chilena, especialmente a la segunda generación que no vivió directamente el trauma del golpe de estado y la instauración de la dictadura militar, pero sí a ha vivido el periodo económico más exitoso que ha tenido la economía chilena. En fin, este cambio cultural podríamos ubicarlo a la entrada de lo que hoy estamos viviendo y testimoniando como el fin de un periodo. "Nos es muy coll pertenecer y levantar las banderas clásicas del pueblo en Chile hoy" y la centro derecha lo sabe y lo ha explotado de una manera inteligente, pero no menos insustentable.